Sí quiero:

Y llegó ese momento, y es que algún día tenía que llegar, después de tantos años juntos, no cabía esperar otra cosa. Feliz cual perdiz, que es como estoy desde esa bonita tarde de junio, os cuento cómo fue mi experiencia.  


Me pilló tan desprevenida, se supone que de eso se trata, que estuve en shock varios días. Dejé de ser yo, la persona que todo lo tiene controlado, organizado para ser presa de un estado de atontamiento que solo la felicidad te provoca.

Como una ilusa, que soy, me lo creí todo a pies juntillas, cuando él solo seguía su plan tramado desde hacía tiempo pero puesto en marcha desde hacía tan solo una semana. De todos modos tanta llamada me debía haber alertado. Os pongo en situación:

Viernes por la tarde, me hace una primera llamada cuando salgo de trabajar para decirme que tiene mucho trabajo que no sabe a qué hora acabará. Decido irme tranquilamente a un centro comercial a ver un par de tiendas y hacer dos recados. Al no encontrar lo que quería me fui a casa. A medio camino otra llamada, que la tarde se le complicaba y que llegaría tarde, me preguntó qué tal estaba y que hacía (llamada de control, que solo sirvió para que él tuviera que ir más rápido, ya que yo estaba de camino a casa).

Al abrir la puerta vi la luz del pasillo encendida, sus llaves, cartera, etc…en su sitio (ya estaba en casa, qué raro) miré al suelo y había un camino hecho con rosas rojas que me llevaban hasta el salón. Mi cabeza iba a 1000, no podía ser, por qué aquel día y aquel momento, me preguntaba yo. Como no me movía salió a mi encuentro con otra rosa en la mano y me pregunto: ¿Cuántos años llevamos juntos? 8 le respondí con un hilillo de voz. Y me dice: “hay una rosa por cada año y ésta por el que vamos hacer” y me dio la rosa de su mano. Después me dijo que como siempre me quejo que no tiene detalles románticos que había hecho todo eso por mí.

A continuación me dijo que también me había comprado un regalito y con el mismo pulso que cuando empezábamos a salir, se arrodilló y abrió la caja y con los ojos vidriosos me pidió que me casara con él. Mi respuesta con la poca voz que me salió fue SIIIIIIIII, también con los ojos vidriosos y nos fundimos en un abrazo eterno y un millón de besos.  En ese momento fue cuando me di cuenta que de fondo sonaba una canción que nos encanta y que para mí significa mucho, porque la letra es la realidad de lo que siento por él.



Me puso el anillo, que es precioso, y lo único que tenía era ganas de gritar a los cuatro vientos que ME CASOOOOOOOO.







Por mucho que lo penséis nunca va a pasar como vosotras imagináis, pero eso no significa que  no sea un momento bonito o mágico. Tampoco vuestra reacción será la que habríais imaginado, ya que en ese momento te quedas como paralizada, o por lo menos yo estaba alucinando, no me lo esperaba para nada.

Lo único que tengo claro es que no quiero olvidar nunca ese momento. Esa felicidad que de repente te invade, esa cara de gilipollas con la que vas a todas partes y esa sonrisa de oreja a oreja que te llena la cara, es una cosa difícil de olvidar.


Si alguna se anima a contarnos cómo fue su pedida, que nos envíe un correo a conlaideaenlostalones@gmail.com y comparta su felicidad y su experiencia. 


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